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Daniel Rodríguez
{ "tags" : [ "spanish" , "surrealism" , "fantasy" , "love" ] , "title" : "En otra vida" }

Al abrir los ojos me encontraba somnoliento y pesado, el último sueño que había tenido era uno de muchos con intensión similar: laberintos en la cotidianidad. A veces lo soñaba en escaleras de ministerios públicos que se repetían infinitamente, o que llevaban a puertas escondidas en las esquinas del techo, a las cuales debía entrar por una fuerza indescriptible. En otras oportunidades el escenario era un aeropuerto de innumerables escaleras y pasillos, con aviones de varios pisos y con caminos cerrados sin aviso; el sueño se dibujaba intencionalmente confuso y sus senderos me dirigían fácilmente a saltar entre barandas o colgar de algún borde, cualquier situación embarazosa.

Esta vez recordaba estar expuesto en el piso uno de un centro comercial, intentando llegar al cine por un pasillo tan estrecho que debía atravesarlo agachado, para que el vértigo no me tentase a saltar. Al lograr asomar mis ojos por el borde de la entrada, muy a mi decepción, estaba cerrado, por lo que debía regresar. Informé a los otros detrás de mi y ellos saltaron al piso de abajo. Absurdo. En todos esos sueños me preguntaba: ¿por qué tanto esfuerzo para aquellas nimiedades?

No siendo indescifrable el motivo, como un epíteto de la cotidianidad nacional, pasé a recorrer hacia atrás mis recuerdos matutinos y encontré un sueño profundamente incómodo.

Me hallaba en una fiesta techada bajo la luna. Entre la avalancha de sonidos típicos de aquella ocasión ocurría el despreciable andar de personas desconocidas, desviviéndose. Ya me empezaba a saturar. Caminando entre habitaciones en búsqueda de algún sitio tranquilo, me topé con tantas escenas que el impulso de salirme lograba mermarse. Fui por una bebida, y casi andando sobre cuerpos, llegué al bar. Me serví un trago. Al sorbo, presumí sentir alivio, pero sentí mareos y me desplomé sobre alguien.

Desperté en una calle. Caminé varias cuadras sin distinguir nada. Pregunté por algún sitio de comida y desayuné. Andaba sin celular y sin identificación. Pasé varias horas intentando ubicarme, sin resultados. Me preocupé, pero la situación me obligaba a tomar acciones, por lo que procedí a encontrar estadía. Por fortuna cargaba algo de dinero.

Varios días después, me encontré con una figura conocida: era mi novia, al menos era quien yo recordaba como mi novia, pero no me reconocía en lo absoluto. Manejé la situación para que no se alarmase y prontamente nos hicimos amigos.

Coordinamos varios viajes, paseamos en un carro viejo que ella tenía. Conocí algunas montañas cercanas, calles comerciales y plazas. Era un pueblo pintoresco. Me recordaba a Mérida, pero con edificios más grandes.

A las semanas ya me había invitado a quedarme en su lugar.

En aquel pueblo de grandes pilares, ella trabajaba en un edificio y yo encontraba trabajo por Internet desde su casa.

Una tarde, en su casa, me sentí cansado y me acosté; no entendía qué pasaba, ¿fiebre? Cerré mis ojos y al abrirlos, ya no estaba. No estaba en su mundo. Estaba en mi casa, vi la fecha y era el día después de esa fiesta terrible. De algún modo había logrado llegar a mi apartamento. Me agarré la cabeza con las manos y empecé a llamar a mis amigos, ¿quién me trajo? - uno de ellos confirmó haber sido y me comentó que yo andaba intoxicado, que él creía que había consumido alguna droga, me dijo: "no se en qué andas, pero ese estado no era normal, cuidado con meterte en algún peo". Fue droga. En mis contactos no estaba ella. Algo tenía que hacer.

Empecé a buscar y luego de unos días conseguí un posible vendedor. Esa noche me puse ropa discreta y lo busqué. Me hizo montarme en su carro, le di el dinero y me entregó la substancia. Me la introduje. Llegó el mareo sin falta y relajé mis músculos. Caí dormido. Desperté tirado en el suelo.

Caminé varias cuadras y logré ubicarme. Estaba acelerado, pues tenía que encontrarla. Pronto supe cómo llegar a su casa, toqué el timbre y allí estaba. Sentía su odio por haberme ido, pero yo estaba feliz. No quise explicarle, no me creería. Decidí intentar convencerla de otra manera, le dije que había ido a explorar una montaña. Luego de algunos días, logré recuperar su confianza y regresé a su lugar. En unas semanas llegaría la navidad.

Pasamos Diciembre juntos. Hizo frío y nos hizo bien la compañía. Nos acostumbramos una vez más.

Un día de Enero, recordé que regresaría; quizás muy tarde, pues empecé a sentir los mareos. Corrí a por ella, tomé un taxi hacia su trabajo, le llamé, nos encontramos afuera. Le expliqué y ella no comprendió, se molestó y salió a caminar en otra dirección, caminé detrás de ella, le dije "lo siento", me detuve, sentía que me iba. Preferí la sombra, para no despertar sospechas. Casi sin consciencia, la vi asomarse, pero ya me había ido.

Desperté en el carro de quien me había vendido la substancia. ¡Qué angustia! Regresé acelerado, molesto. En aquel sueño de la fiesta, no existía ella, sólo en aquella ciudad, ¿cómo era posible?, necesitaba más, necesitaba volver a verla, y encontrar algún modo de quedarme.

Recordar haber soñado eso, estando acostado en mi dormitorio, en un país distinto al de ella, me trajo un sentimiento profundamente incómodo. Aproveché para escribirle y contarle mi historia.

Daniel Rodriguez
Soñé que vivía otra vida y que en ella, un día por accidente, en una fiesta indeseable, probé sin querer una droga que me hizo viajar en el tiempo.
En ese viaje, entre mi confusión y mi sorpresa, me topé contigo
Nos enamoramos
Viajamos juntos, hicimos pequeñas aventuras, conocí tu mundo y en un punto me desaparecí: regresé a mi tiempo
Desesperado, busqué entender qué había ocurrido y comprendí que era una droga, así que busqué más de ella. Encontré un dealer, y le pagué buen dinero, me llevó en su carro y me dio la droga y en menos de lo examinable ya estaba en tu mundo
Te busqué, te dije que había ido a una montaña, regresamos, pasé navidad contigo
Un día, recordé que regresaría
Estaba en tu casa y tú en el trabajo, te fui a buscar, te explique, te molestaste, entre lágrimas te alejaste. Fui tras de ti y empecé a verme desaparecer, volteaste a buscarme y me conseguiste en el último instante, ya no estaba, estaba en el carro del dealer y la desesperación regresaba, necesitaba volver a estar contigo

Recomendación musical:
Bohren & der Club of Gore - Destroying Angels.

by-nc-sa Daniel Rodríguez.