sadasant

Daniel Rodríguez
{ "tags" : [ "analysis" , "society" , "spanish" , "thoughts" ] , "title" : "Análisis de la Traición" }

Remember remember the fifth of November
Gunpowder, treason and plot.
I see no reason why gunpowder, treason
Should ever be forgot...

Me he quedado pensando en las traiciones, tratando de no encasquetarme una perspectiva, sino dejándome llevar por sus formas y sus ocurrencias.

En un intercambio cualquiera, hay un oferente y un recipiente. El que entrega, reemplaza su carga por una materia distinta, pero de valores equivalentes (en alguna de sus dimensiones), hasta que hay alguna señal de satisfacción (o, hasta que se agote el material que se vierte). El que recibe, reacciona llenándose, rechazando la carga porque está lleno (no tiene espacio para más), o también vaciándose en otro recipiente.

Así que en esencia, el intercambio es un principio básico y conciso, que comprende acciones y efectos, como lo es todo lo natural. La mente está tallada en base a estas asunciones: Si percibo que me entregarán <<algo>>, mi reacción será <<la siguiente>>; estas son reglas mnemónicas para la operación del sistema precavido que somos.

Nuestras percepciones son también reacciones que requieren del intercambio de información: observamos un cambio de estado y presumimos un efecto, nos llenamos de perspectivas, pero: ¿Qué sucede cuando lo que pensábamos que ocurriría, falla? En nuestras memorias se graba una ambivalencia, ahora cuando volvamos a sentir que se nos viene esa misma causa, dudaremos: ¿Qué será?

Con estas ocurrencias nos formamos dubitativos, pero a la vez, nos preparamos, buscando caminos para optar por si lo que se nos acerca de repente cambia y nos traicionan los sentidos.

Sin embargo, este armamento de posibles reacciones nos hace ser imprecisos, pues nuestro comportamiento dependerá de lo que más creamos oportuno, y si dos caminos son igual de atractivos, entonces iremos por el que, no se, nos empujen.

Por ejemplo, imaginemos que en los bordes de un bosque espeso se haya un venadito huérfano, con memorias tiernas del encuentro fatal con los grandes seres bípedos que se hicieron con las vidas de sus padres. El venadito ve venir a un niño, y al advertir sus similitudes con las bestias desgraciadas de sus memorias, se paraliza, aterrorizado; pero al segundo en que el niño se acerca, con sus ansias infantiles de cariño, el venadito huye.

En otro momento, el venadito es rescatado por un grupo de humanos en pro de conservar la fauna, y luego de darle los tratos que se merece, se recupera, pero ¿Qué tanto? Apostaría sin dudar a que esta inocente criatura habría de padecer trastornos maniacodepresivos. Así pues, nos hundimos en la ausencia de criterios sólidos. Quizás, el venadito, años después, terminará agrediendo a un inocente ser humano, que ni pendiente.

Ahora, la traición no es lo que causa el prejuicio de un percance, sino la reacción de esta condición para con un tercero que ignora la situación. Por ejemplo, el cliente del venadito que llega campante y se lleva tremenda sorpresa cuando este le embiste.

La traición entonces se puede entender como la reacción ante una decepción consecuente, y con desdén me parece que es inevitable, aparecerá tarde o temprano en un ser con dichos traumas. La única solución viable es la de la comunicación abierta con quienes se estima, solo así veo posible prevenirla.

En parejas esto es relativamente sencillo, es el sistema compartido más mínimo que se puede tener, así que con suficiente afecto, comprensión y compromiso, se podría garantizar un desempeño limpio, aunque turbio.

Pero, imaginemos en situaciones bastante más complejas, como en la selección del representante de un estado democrático: los intereses, ya sean los capitalizados o los carismáticos, condicionan sus recursos a una serie de promesas; todos se orquestan con la intención compartida de luchar por la aceptación de la ciudadanía, y ésta decidirá (no sin ponerlos a prueba) por quien se dejará montar. En ese frenético ritual, con tantos factores distintos, también se lucen las decepciones apiladas del pasado. Ahí, antes o después, las traiciones son terribles... ya sean porque el virtuoso carismático le falla al galán apoderado, o porque el galán olvida que la sociedad está en estado y piensa, con cualquiera de sus cabezas, darle a otros mercados lo que es para su comprometida... una epopeya novelera, de lo más marginal, por dejarnos llevar por nuestro juicio perdido en rencores, concluimos quebrantando relaciones y dividiendo familias.

Y ya, para cerrar, boguemos por la reflexión, comuniquémonos los callados, tolerémonos los intolerables y respetemos la privacidad de nuestras vulnerabilidades.

Hoy, sea el día que sea, para ti que te calaste este despojo de mis reflexiones, un abrazo y un pequeño empujón, para que sigas adelante ;)

by-nc-sa Daniel Rodríguez.